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El granito de Marinamor: estudio para la salvaguarda de los edificios históricos emblemáticos de Salamanca Y provincia a través de su reconocimiento internacional como piedra natural.

El centro histórico de Salamanca es Patrimonio de la Humanidad desde 1988. La UNESCO premió la arquitectura preservada a través de los siglos, utilizando la piedra natural de la provincia, desde la dorada arenisca de Villamayor a los granitos que se utilizaron para cubrir los zócalos de los edificios. La arenisca es la piedra emblemática de la ciudad, la que le da tonos dorados en los atardeceres, con los matices de las distintas estaciones del año. Pero es el granito el que soporta la envergadura de las edificaciones, protegiendo de la humedad las entrañas de las construcciones históricas. Son varios los granitos que encontramos en las inmediaciones de Salamanca: el de Los Santos, el de Sorihuela, el de Villavieja… Todos de buenas características constructivas. Pero es el granito de Martinamor, que aflora en las afueras del municipio del mismo nombre, el que tiene mayores atributos culturales. Para empezar, el nombre que le daban los canteros: Piedra Pajarilla. Puede parecer un granito común, pero si se observa en detalle se ven unas acumulaciones de turmalina, minerales oscuros que el azar geológico ha dispuesto en forma de aves con sus alas desplegadas. Está citado en libros antiguos, como la obra magnífica de Pascual Madoz, del siglo XIX, en la que efectivamente se habla de la piedra pajarilla y su uso en edificios de la provincia. Este granito fue el que solicitó el arquitecto Juan de Sagarvinaga en 1765 para reforzar la Torre de la Catedral. Entre el terremoto de Lisboa de 1755 y los cálculos deficientes del enorme peso que ejercería la torre sobre una estructura antigua que no estaba pensada para sostener semejante mole, la torre de la catedral tuvo en su momento sus días contados, como nos cuenta en su trabajo sobre la misma el académico Gutiérrez de Ceballos. Es gracias a esta sujeción granítica, y a la maña que los maestros arquitectos de la época aplicaron para estabilizar la torre, por lo que ésta sigue ahí, conservando su leve inclinación. Por todo esto, los profesionales de la piedra y el patrimonio debemos velar para que se mantenga el conjunto histórico en condiciones. La piedra en general y el granito en particular son materiales nobles, de gran resistencia. Pero el sol, el viento, el agua y sobre todo las heladas a las que nuestra ciudad se ve sometida cada invierno, hacen que los bloques de granito, igual que ocurre en sus afloramientos naturales, empiece a mostrar la huella del deterioro. No es probable que éste provoque fallos en la estructura de los edificios, pero sí ocasiona problemas estéticos, de manera que el conjunto monumental se empieza a ver afectado. De hecho, en el siglo pasado se hicieron intervenciones en algunos de los edificios históricos que dejan mucho que desear. Algunas piezas fueron cubiertas por mortero, deteriorando aún más el estado de las mismas. Otras fueron sustituidas por un damero de bloques, cada uno de una variedad granítica distinta, como el que se observa en la parte basal de La Clerecía. Las dos malas prácticas se aplicaron en la restauración del basamento del Palacio de Monterrey. Sin duda, si no se pone remedio, pueden tener lugar más temeridades como esas y la designación de Patrimonio puede verse afectada. El estudio de las canteras históricas es fundamental para la salvaguarda de nuestro Patrimonio. Y ahí están las canteras de Martinamor, abiertas a la Ciencia que ensaya si la piedra conserva las mismas cualidades constructivas. Sería deseable que la ciudad estableciese un protocolo de actuaciones en condiciones, en el que se tuviese en cuenta la posibilidad de extracción puntual de bloques para que sea la misma piedra pajarilla la que cubra y refuerce los edificios que son emblema de la ciudad. Para nuestro disfrute y para el disfrute de las generaciones venideras.

 

Equipo: 

GIR CHARROCK (diarium.usal.es/charrock)

Profesores/as: 
Entidad Financiadora: 
USAL
Periodo de Vigencia: 
2015-2016